lunes, 4 de mayo de 2009

Miradas

Esto fue una redacción para la clase de castellano. Creo que el profesor no llegó a leerla (sólo escogia algunas al azar para corregirlas, las demás las anotava como hechas y ya). Pero a mi me gustó escrivirla. No se. Las miradas son un tema que me fascina. Los ojos son el reflejo del alma.


***



Tenía la mirada perdida, así que pude fijarme bien en sus ojos, hermosísimos. De un verde claro salpicado de manchas marrones, formando un intrincado dibujo que hubiera podido observar durante horas, embelesada. Tenía la mirada ausente, las pupilas dilatadas. La cara inmóvil pero relajada, sin prestar atención a todo cuanto le rodeaba. Los cabellos, medio largos, le caían desordenados por doquier. Tenía el pelo castaño oscuro, y con la luz del sol parecían cambiar de color a cada instante. Se asemejaba a una de esas estatuas de las calles, vivas pero a la vez inertes. Y aún así, su mirada hablaba por él. Parecía hablar de soledad, de ausencia, de dolor. O eso pensé yo, al verlo así, apoyado en la pared, solo, con la mirada perdida y el gesto ausente. La gente lo ignoraba al pasar, como si no existiera. Y él los ignoraba a su vez, perdido como estaba en sus propios pensamientos.

Fue entonces cuando se giró y sus ojos se posaron en mí, como si un sexto sentido le hubiera alertado de mi atención. El gesto ausente desapareció, y por lo contrario apareció, al principio, esa máscara que parecía llevar día a día para enfrentarse a los demás. Era como si escondiera su alma bajo el rostro. Su mirada se volvió opaca, sin esas emociones que yo había creído avistar antes, cuando aún su gesto estaba ausente. Pensé que me había equivocado, que tan solo había imaginado esa mirada profunda, perdida. Pero entonces me reconoció y su rostro cambió de nuevo. Sus ojos descubrieron mis ojos, la máscara volvió a desaparecer y, lentamente, sin apartar sus ojos de mis ojos, me dedicó una sonrisa. Una sonrisa triste, de abandono. De distanciamiento. Como si al mirarme viera lo lejos que estábamos el uno del otro, aún separados apenas por unos pasos. De lo solo y perdido que estaba. Como si pensara que nadie podía salvarlo.

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